Foto Ashkan Forouzani – Unsplash
Desde su creación, hace 72 años, la OMEP viene trabajando por la realización efectiva de los derechos humanos en la primera infancia, entendida como el periodo vital que se extiende desde el nacimiento hasta los 8 años.
Los niños pequeños son agentes sociales desde el inicio de su existencia, dotados de intereses, capacidades y vulnerabilidades particulares y tienen necesidad de protección, orientación y apoyo en el ejercicio de sus derechos.
Los niños pequeños son ciudadanos desde el nacimiento, es decir que son portadores de todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
Hoy es el día mundial de la salud, y lo conmemoramos en medio de una pandemia inédita en el mundo causada por el COVID-19, que no sólo nos coloca en un momento histórico de crisis e incertidumbre social, sino que nos alerta respecto de las consecuencias y cambios que tendrá en la vida futura de nuestras sociedades.
Esta pandemia no es solo una crisis sanitaria, es un desafío gigante que nos plantea grandes interrogantes, como: en qué clase de mundo seguiremos viviendo, criando y educando a nuestros niños.
Ha quedado planteado, en blanco y negro, que, para cuidar la vida, la salud y supervivencia de todos los ciudadanos, necesitamos de un Estado fuerte y eficaz. Gran parte de los graves problemas que estamos enfrentando están relacionados con la incapacidad de respuesta y muestran la debilidad y fragilidad de los Estados y de sus políticas públicas.
El cuidado y la realización de los derechos humanos de la primera infancia depende directamente del protagonismo y acción de los Estados para protegerlos y promoverlos. Por ello, los Estados deben fortalecerse para recuperar su rol como garantes de derechos de todos, sin discriminaciones, creando y aplicando unas políticas públicas adecuadas con suficiente financiamiento.
En la primera infancia, garantizar la supervivencia y la salud física son prioridades, pero todos los aspectos del desarrollo, de la salud y el bienestar psicosocial del niño pequeño son importantes e interdependientes. Por eso resulta necesaria atender también al cuidado emocional y la orientación cuidadosa, habilitando espacios y tiempos para el juego, la exploración, el movimiento y el aprendizaje.
Sabemos que el Coronavirus ha generado una crisis económica sin precedentes y los Estados ya están previendo adoptar medidas de austeridad y recortes presupuestarios.
Como militantes por los derechos de la primera infancia debemos estar alertas para que los Estados apliquen medidas apropiadas para que los derechos de los niños no se vean comprometidos por ningún tipo de medida regresiva. También debemos asegurarnos de que los países no se endeuden y se logre una justicia tributaria. Los impuestos son una herramienta crucial para combatir las desigualdades, redistribuir la riqueza y recaudar ingresos para asegurar los derechos humanos, como la salud y la educación. Las personas más ricas y las grandes empresas deben pagar lo que les corresponde, y los Estados deben asegurar que ello sirva para financiar políticas públicas eficientes para el conjunto de la población.
Tal como dijo Nelson Mandela, “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en la que trata a sus niños”
Como Presidente Mundial de OMEP, en el Día de la Salud, deseo
– insistir en la importancia central de garantizar la justicia para los niños pequeños, dando prioridad a la realización de su derecho a la salud, así como a todos los demás derechos humanos.
– y agradecer a las enfermeras, médicos y todos los trabajadores que están en la primera línea de COVID-19 por su trabajo, su dedicación y compromiso con la realización del derecho a la salud.
Mercedes Mayol Lassalle
Presidenta Mundial de OMEP
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