Desde hace poco más de un año, la catástrofe humanitaria causada por el COVID-19 y sus consecuencias inéditas perturban al mundo entero. El confinamiento y el cese o la disminución de muchas actividades, entre ellas el cierre de escuelas y centros de atención de la primera infancia, provocaron una situación sanitaria y psíquica muy preocupante, incluso angustiante, en todas las poblaciones.
Los datos relevados por las ONG nos mostraron las múltiples repercusiones, más o menos alarmantes, sobre la salud física y mental de los niños pequeños y de sus familias. No haré un inventario de todas las consecuencias, pero pondré el acento sobre los puntos que considero sensibles.
En primer lugar, para una parte de la población mundial que reside en zonas vulnerables y sufren de mucha pobreza y precariedad, este período de confinamiento implicó que las mujeres no pudieron llegar a los dispensarios o los hospitales locales para dar a luz, los cuidados para las madres y los recién nacidos no fueron entonces dados, y tampoco las vacunas esenciales.
Se puede leer en un informe de OMEP-Kenia de mayo de 2020: “El Ministerio de Salud señaló un descenso drástico del número de personas que solicitan servicios médicos en los hospitales y los establecimientos de salud. Muchas personas han recurrido a hierbas tradicionales y a prescripciones en línea por miedo a ir a los hospitales a raíz del COVID-19. Esto ha afectado considerablemente las clínicas prenatales y postnatales, las cuales cuentan con registros muy escasos de vacunas esenciales administradas a niños. El Ministerio señaló los peligros que se atribuyen a esta situación en un futuro inmediato”.
En África subsahariana, se observa un aumento de matrimonios forzados y de embarazos precoces, y sabemos que los nacimientos no deseados y no acompañados generan algo temible, tanto para la joven madre como para el bebé. La pobreza y la malnutrición crean tantas situaciones inquietantes que pesarán, sin lugar a dudas, sobre el desarrollo físico y mental “de los bebés de la pandemia”.
En Francia, varios fonoaudiólogos, psicólogos y pediatras se preguntan sobre el impacto del “uso de la mascarilla en los jardines de infantes”. Si la generalización de la mascarilla está justificada, es legítimo preguntarse: ¿Cuáles serán las patologías desarrolladas por todos los niños que no conocieron “el mundo de antes”?
“El niño aprende, con las emociones transmitidas por el rostro, a expresar las suyas y a decodificar las de los demás. Es un aprendizaje importante que nos convierte en seres sociales y que conduce también al aprendizaje de la empatía”, especifica la fonoaudióloga Virginie Pellion.
La psicóloga y doctora en psicología del desarrollo Marie-Paule Thollon Behar analiza las repercusiones de la utilización de la máscara en el desarrollo cognitivo, la comunicación, la comprensión y la producción del lenguaje de los niños: “Desde el punto de vista de la comprensión del lenguaje, constatamos entonces que el uso de la mascarilla es un obstáculo en tres aspectos: el mensaje en sí mismo y su claridad, su función ilocutiva (1), la identificación del locutor”.
Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO, alerta sobre los efectos notables de la pandemia en la salud mental: “En Tailandia, Naciones Unidas realizó recientemente una encuesta con 6 771 estudiantes, en colaboración con el Consejo Tailandés de Infancia y Juventud, en la que se detectó que más de 7 de cada 10 niños y jóvenes declaran que la pandemia tiene incidencia sobre su salud mental, que provoca estrés, inquietud y ansiedad. Asimismo, más de la mitad de los estudiantes interrogados se mostraron preocupados por el trabajo escolar, los exámenes y sus estudios y empleos futuros, mientras que el 7% informó sobre violencias domésticas”.
Las ONG informan, en efecto, sobre las dificultades con las que se encuentran muchos padres, de cualquier condición social, para quienes la situación sanitaria, económica y social ha provocado estrés, una pérdida de confianza en sí mismos, incluso un sufrimiento psicológico que puede generar violencia en el seno del hogar. El marco de acción de Incheon (República de Corea), adoptado en la 38a Conferencia General de la UNESCO, recomienda en sus estrategias indicativas “apoyar a las familias en cuanto son las primeras protectoras y educadoras de los niños”.
Tengamos en cuenta estas advertencias, estos datos relevados para actuar juntos en una alianza global y solidaria entre la sociedad civil, las instituciones y los gobiernos, para que los presupuestos destinados a la educación en este período de crisis sean mantenidos o revisados al alza, atribuidos con total transparencia, para que la formación de todos los actores educativos de niños pequeños sea eficaz, de calidad y operacional, para que la cooperación entre educadores y padres sea reforzada con el objetivo de velar por el bienestar físico y mental de los niños pequeños.
Son las próximas jóvenes generaciones las que deberán dar muestra de resiliencia para escapar de los estigmas que deja esta catástrofe relacionada al COVID-19, ¡debemos brindarles toda nuestra atención y ayuda!
1-El lenguaje no sirve únicamente para transmitir información, incita a actuar: es su función ilocutiva.
Fuentes:
ONG solidarias frente a la pandemia: https://www.reseausolidariteong.com
https://fr.unesco.org/news/priorite-sante-au-bien-etre-aujourdhui-reprise-lecole

Lisbeth GOUIN es profesora certificada de educación nacional francesa, especializada en la educación de niños discapacitados, pionera en la creación de una pequeña escuela franco-panameña en 1972, profesora de la Alianza Francesa, miembro de un equipo para una pedagogía experimental en una escuela de espacio abierto en París, director de una escuela primaria en París. Con una gran inversión en asociaciones, Lisbeth Gouin representa durante 10 años a la OMEP en la UNESCO, participa en el trabajo colectivo de ONG / UNESCO para la reflexión, la organización de foros o las Jornadas internacionales sobre educación, ciudadanía global y Más concretamente, la educación para la paz
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