Humanizar…Muchos de nosotros reiteramos en estos tiempos -y enfáticamente- la necesidad de humanizar nuestros vínculos, nuestras perspectivas, nuestros horizontes, nuestro hacer. Emergencia que invita a un diálogo sensible e interdisciplinar para desarmar la hegemónica deshumanización que sigue aconteciendo. En verdad, la educación y la infancia son los territorios privilegiados para intentarlo.
Boaventura de Sousa Santos menciona la necesidad de desmonumentalizar el conocimiento hegemónico, mucho tiene que ver con la posibilidad de humanizar (2009). Siglos de modernidad en que una deliberada disociación entre cuerpo y alma -entre otras escisiones- ha fragmentado la integridad humana, deshumanizándonos. Desde la perspectiva blanca, occidental, patriarcal y colonial se ha organizado el hacer, el saber, el poder, es decir, el ser.
Una utopía impulsada en las urgencias inspira a construir un futuro desde la complejidad y la potencia del presente, situados en la esperanza de un nuevo orden. Los umbrales de lo desconocido y los malestares de la incomodidad, que surgen ante las profundas inequidades de las infancias del mundo, nos convocan a transformaciones desde el principio ético de la vida.
Humanizaríamos habitando la integridad de nuestro ser, legitimando la experiencia sensible de los cuerpos y en el espesor de la corporalidad; esto implica una mirada ética y estética de la transformación como hecho social y político
¿Por qué pensar desde los cuerpos?
Nuestro cuerpo, hilo de vida que entrama la existencia humana, como construcción social y política situada en un aquí y ahora, es la superficie donde se inscribe nuestra historia y la de generaciones pasadas, nuestra vida y también nuestra muerte.
Cuando el cuerpo es considerado como envase, como recinto del sujeto y por ello, objeto, es que aparece un cuerpo escindido del hombre, deshumanizado.
O bien, en un cuerpo encorsetado en disciplinamientos de tiempos adultizados, juegos, técnicas corporales o danzas estereotipadas, gestos y emociones formateados según el sexo, género autopercibido, edad, etnia, pertenencia de clase o las más diversas categorías con la que se organiza el mundo.
Además, en los cuerpos se vivencia e inscribe la efectivización de derechos desde la más temprana edad, perspectiva insoslayable para pensar los niños como sujetos de derecho desde el nacimiento, ciudadanos interculturales de hoy.
Indagar en la conversación educativa y en la posibilidad de transformación social pensando en los cuerpos, implica comprenderlos como portadores y productores de cultura y de conocimiento. Cultura en clave relacional, como entramado de estrategias para habitar el mundo y dar sentido a nuestra relación con cada uno de los mundos que habitamos mientras sedimenta la memoria del hacer.
Ahora bien, ¿es posible trascender la materialidad de los cuerpos en tiempos de distanciamiento preventivo y más allá de él? Si. Existe una interfaz entre las fronteras de los cuerpos y en su espesor circulan gestos, voces y relatos, este es el espacio de la corporalidad. Es ese lugar donde podemos redescubrir la potencia del gesto, la intensidad de los diálogos para encontrarnos distinto, para abrazarnos y sostenernos de otros modos y construir así una trama de esperanza que no es ingenuidad sino espera crítica y comprometida.
También, allí se erupcionan representaciones de la otredad que nos convierten en oportunidad o amenaza; las que valoran amorosamente y las que nos hacen vulnerables, confirmando asimetrías sociales que marcan niños, desechan seres humanos, expulsándolos al abismo social y simbólico.
Humanizar, implica apostar a la integración de sí y con los otros. Asimismo, cuestionar representaciones de la otredad -producto de imaginarios ajenos- que siguen formateando la experiencia infantil y la mutua percepción de la alteridad.
Alojar la voz infantil que interpela, permite gestar rupturas. También las luchas de los pueblos por sus derechos permiten que algunas representaciones muten paulatinamente, allí está nuestra oportunidad y desafío. Y en esa esperanza, vamos enunciando nuestros sentipensares, construyendo diálogos interdisciplinares que nos permitan repensarnos.
¿Caminos?
La educación como derecho incuestionable y como territorio para la descolonización del saber, un camino inacabado de preguntas emancipadoras más que de respuestas. En particular, y en su dimensión política insoslayable, la educación intercultural crítica en la primera infancia como perspectiva encarnada para detectar adultocentrismos e impugnar instrumentos de homogeneización de subjetividades, funcionales a la mercantilización del capitalismo depredador.
Implica problematizar la propuesta para contextualizarla, alojar nuevas interacciones que operan en la experiencia de enseñar y aprender, donde erupcionan estructuras culturales y emociones diversas para reconocer y enunciar, visibles en cada gesto.
De allí, la potencia de los gestos infantiles que nos conecta con la necesidad de recuperar lo más genuino de nuestro ser. Quizás, los saberes de nuestros pueblos indígenas, revisando nuestra realidad desde el hacer… lo que es descolonizar nuestra integridad desde el saber, el estar, el pensar, el soñar, es decir, el ser. Mientras, sentipensar nuestros cuerpos, revisando cómo los habitamos. Esto implica gestar una nueva corresponsabilidad de existir ampliando la experiencia de la infancia y alojando su impulso vital.
En lo adverso de esta pandemia, habita una oportunidad para honrar ese impulso vital, reinventando paisajes más justos, más humanos, donde de este caos surja un nuevo orden que nos encuentre disponibles amorosamente a la presencia singular de cada niño, trayendo rupturas con sus gestos e invitándonos siempre a un nuevo comienzo (Bustelo, 2011).
Referencias:
Boaventura de Sousa Santos (2009). Una epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social. México, CLACSO y Siglo XXI
Bustelo, Eduardo (2011). El recreo de la infancia. Argumentos para otro comienzo. Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
Cussianovich, Alejandro (2009). Ensayos sobre infancia II. Sujetos de derechos y protagonista. Perú, Iflejant.

Docente de Educación Infantil recibida en la Escuela Nacional Normal N ° 1 Pte. Roque Sáenz Peña. Licenciada en Relaciones Públicas por la Universidad Argentina de la Empresa. Especialista en Gestión Cultural y Políticas Culturales y Magíster en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural por el Instituto Superior de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Línea de investigación: Educación crítica intercultural en la primera infancia desde una perspectiva interdisciplinar entre la educación infantil, la Sociología de la cultura y la Antropología del cuerpo. Autor de artículos, publicaciones, presentaciones y talleres a nivel nacional e internacional.
Vicepresidente Administrativo de OMEP Argentina y coordinador del Programa OMEP Cerca tuyo.
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